Nada ha sido objeto de tanta manipulación como la historia.
Escrita a partir de una primera copia, rectificada por mentes interesadas en deformar la realidad, censurada por almas de oscura luz.
La mayoría de las veces dirigida por intereses económicos, a pesar del paso de los siglos, todo permanece igual.
El descubridor de América no era genovés, ni mucho menos, era una persona próxima al Rey Fernando el Católico y por lo tanto catalán.
Colom (ese era su autentico apellido) antes de embarcarse firmó unos acuerdos de tipo esencialmente económicos y sociales denominados Capitulaciones.
Nadie en la corte imaginó la trascendencia de su viaje, ni tan siquiera el mismo.
Pasado el tiempo, la grandeza del descubrimiento se hizo patente y la fuerza de las Capitulaciones se hizo insoportable para la Corona.
Se trataba pues de deshacer los acuerdos previos al viaje. Había que eliminar las Capitulaciones, dejarlas sin efecto, no cumplir lo pactado.
Y entonces empezó la manipulación, cambiar los orígenes, desacreditar al Descubridor, no pagar los acuerdos.
Forzar la historia, repetir las mentiras hasta que perezcan verdades.
Fue tanto el empeño y la maldad de las manipulaciones que todavía permanecen en la conciencia colectiva de una parte de la población.
Las cosas son fáciles de entender si conocemos el origen de las mismas.
