Es cierto que iba a hablar de las montañas, tu ya lo sabias.
También sabes que es mi paisaje preferido.
Dos montes simétricos, gemelos diría.
Uno junto al otro, armónicos, sedosos, que reflejan el sol con una luz intensa y tamizada a su vez.
Delimitan un valle angosto y profundo, donde en ocasiones se acumula la nieve que inunda sus cimas.
Caminando por la hierba llegas a un pozo, pequeño, de poca profundidad, cuya agua es clara, limpia y saciadora.
Si sigues caminado encontraras una gruta, bien delimitada, su entrada es inconfundible.
En muchas ocasiones me refugio en ella.
Su humedad, su calor, su olor suave me devuelve la vida.
Es mi casa.
Nunca saldría de ella.
Viviría siempre en las montañas.